Las altísimas temperaturas registradas en el planeta en 2023 y en lo que va del 2024, pueden ser catalogadas como “temperaturas no humanas”. Greenpeace invita a reflexionar acerca de las posibles consecuencias de este fenómeno en la salud de las personas, a la vez que refuerza el llamado a la acción urgente, dado que el planeta aún posee una gran chance de recuperación si se actúa hoy, según indican los expertos.
La ola de calor que impactó con furor numerosos puntos del planeta durante 2023 y agobia hoy a Brasil, con casi 62º grados de sensación térmica registrados el pasado 17 de marzo en Río de Janeiro, forma parte de la crisis climática que sufre la humanidad, a consecuencia de su irresponsable modo de actuar.
Es “la mayor crisis sanitaria que hemos visto en nuestro tiempo”, según indica el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático. Este grupo de expertos internacionales busca alertar al mundo acerca de los riesgos que implica no actuar hoy de modo contundente para frenar el cambio climático, dado que de continuar a este ritmo, las muertes relacionadas con el calor se podrían triplicar en todo el planeta para el año 2050.
En el mes de junio de 2023, la temperatura trepó a los 41,8 ºC en la ciudad de Roma, superando el récord anterior de 40,7 grados registrado en junio de 2022. Y, en otras ciudades del planeta se midieron temperaturas altísimas, al límite según indican expertos , con lo que los seres humanos pueden soportar.
Una problemática global con un impacto que se avizora demoledor
En China, en una remota localidad de la región noroccidental de Xinjiang se batió el récord de 52,2 grados, en un país que hace apenas seis meses enfrentó una intensa ola polar. En los Estados Unidos, el pico más alto midió 53,3 grados en el Furnace Creek, un área dentro del Valle de la Muerte en California, el lugar más caluroso del planeta.
En Canadá, los incendios batieron récords y obligaron a casi 120.000 personas a abandonar sus casas. En total se perdieron más de 10 millones de hectáreas bajo el fuego, lo que implica un aumento del 1,100% respecto a la media de pérdida de bosques por incendios de la última década .
“Todo el mundo está en riesgo potencial, pero las personas mayores , los bebés, los niños pequeños y las personas con alguna enfermedad preexistente, como las cardiopatías, son particularmente vulnerables. La exposición al calor también es factor de empeoramiento de enfermedades como la diabetes o las cardiopatías, entre otras. El calor es muy peligroso para las mujeres embarazadas y los trabajadores que deben pasar tiempo al aire libre”, explicó a Greenpeace Marina Orman, coordinadora del área de Salud Ambiental del Ministerio de Salud de la Nación Argentina.
Aumento en la transmisión de enfermedades por mosquitos
Por otro lado, la humanidad debe lidiar con que el cambio climático aumenta en grado exponencial el riesgo de padecer enfermedades transmitidas por mosquitos. En 2023, en Argentina se vivió la peor epidemia de dengue de su historia con 65 muertos registrados.
La malaria, el dengue , la enfermedad de Lyme se están propagando como resultado del aumento de las temperaturas y los cambios en los patrones de lluvias en África. Esto se debe a que los mosquitos y otros insectos que las transmiten, pueden ampliar las regiones donde habitan al modificarse las condiciones climáticas.
Un estudio del Imperial Collegue de Londres y la OMS, difundido en la revista eLife, afirma que el aumento en nivel de precipitaciones y de temperaturas podría significar hasta un 25% más de muertes por fiebre amarilla en África de aquí al 2050.
Sequías , migraciones y hambrunas
La crisis climática también es factor de aumento de sequías en todo el planeta y reduce los rendimientos de los cultivos. El cambio climático también podría afectar la disponibilidad y calidad del agua y los alimentos. Esto podría conducir a la deshidratación y a la proliferación de enfermedades transmitidas a través del agua, como es el caso del cólera, ya que el agua limpia se volvería en muchas partes del planeta, aún más escasa.
Otra arista negativa de los fenómenos meteorológicos extremos es que no sólo producen emergencias humanitarias y gran pérdida de vidas humanas. También provocan desplazamientos y migraciones forzadas, especialmente en las zonas costeras bajas y en las zonas propensas a sufrir fenómenos meteorológicos de alto impacto destructor como huracanes y tsunamis.
Estas olas de masivos desplazamientos de personas son motivo del aumento del riesgo de enfermedades de tipo infecciosas por deficiencias sanitarias y situaciones de hacinamiento. Las masas de migrantes tienen poco o nulo acceso a la atención sanitaria, puntualmente de vacunación o programas de salud materna, por lo que se encuentran en alto grado de vulnerabilidad y expuestos a mayores riesgos de contraer enfermedades.
Una vez más desde Greenpeace, sostenemos que para reducir la frecuencia de las olas de calor, se debe trabajar en la urgente mitigación del cambio climático. Un trabajo aunado que debe ser llevado adelante por los países junto a su población . A la vez, como medida paliativa, se debería trabajar en la preparación de los sistemas de salud para una asistencia adecuada de personas afectadas por estos nuevos fenómenos extremos y en hacer llegar las alertas oportunas y a tiempo, a toda la población. Así como lo fundamental es seguir desarrollando estratégias para frenar de base el cambio climático”, cerró la experta Marina Orman.