Greenpeace renueva su llamado a cuidar y proteger los bosques del planeta. Ante las alarmantes tasas de deforestación, una reciente investigación de la Universidad de Birmingham, brinda una contundente prueba del valor ecológico que poseen para el planeta los bosques añosos. A continuación te acercamos toda la información que necesitás conocer.
Científicos de la Universidad de Birmingham, en Reino Unido, expusieron un bosque de robles ingleses de unos 180 años , de los más longevos del planeta, a niveles elevados de dióxido de carbono durante siete años. Los resultados sorprendieron, arrojando que los árboles más añosos son capaces de responder favorablemente a un entorno extremo y adaptarse exitosamente.
“Este hallazgo es una prueba contundente y clave a favor de una gestión cuidadosa de los bosques añosos del planeta. Los bosques viejos están haciendo para los hombres, un gran trabajo ambiental, por ello, definitivamente no deberíamos talarlos y deberían convertirse en Patrimonio Natural de la Humanidad”, afirmaron los investigadores
En concreto, el bosque de robles estudiado en el Reino Unido, luego de ser expuesto durante siete años a grandes volúmenes de dióxido de carbono, en respuesta, reaccionó de un modo asombroso : los árboles aumentaron de modo notable su producción de madera y retuvieron cuantiosas cantidades de gases de efecto invernadero , ayudando en todo el proceso , a luchar contra el calentamiento global
Resonancias del estudio
Los investigadores de la Universidad de Birmingham, esperan que el estudio, que fue publicado en la prestigiosa revista Nature Climate Change, ponga de relieve la importancia de preservar los bosques maduros como una estrategia efectiva dentro del conjunto de las soluciones basadas en la naturaleza para abordar el cambio climático.
Pero lo cierto, es que el hombre se encuentra lejos de alcanzar esta perspectiva altruista. En la actualidad, se calcula que en el planeta se pierde un campo de fútbol de bosque primario cada -escalofriantes- seis segundos. Por ello, los científicos resaltan que la investigación realizada es un paso adelante, un descubrimiento que de ser evaluado con el criterio adecuado y sopesado con sensatez frente al desastre climático que vive el planeta en el presente y que se agudiza año tras año , podría ser ese mojón, una idea capaz de hacer la diferencia y llevar a proponer a estos bosques añosos como estrategia clave para luchar contra el cambio climático.
“Creo que los bosques añosos de Staffordshire nos relatan a su modo y una historia esperanzadora, basada en la resiliencia, en la capacidad innata que posee la naturaleza para recuperarse y que sin saberlo ella misma, siempre actúa en favor de los hombres. Por ello, califico como altamente positiva a la investigación” detalló el profesor Rob MacKenzie, a cargo del Instituto de Investigación Forestal de Birmingham y coautor del estudio.
Un experimento sin precedentes
El experimento, llamado FACE, comenzó en 2016 de la mano del profesor Mac Kenzie, quien con su equipo de la Universidad de Birmingham instaló un sistema de tuberías que liberaron grandes cantidades CO2 entre los árboles centenarios de un bosque de 21 hectáreas en la región de Staffordshire . El objetivo inicial fue comprender el impacto concreto del cambio climático en los bosques en tiempo real.
Cada día, estas tuberías estuvieron enviando altas dosis de dióxido de carbono (CO2), -el gas responsable del efecto invernadero- ,para recrear las condiciones que el mundo podría presentar en un futuro cercano, de no tomarse las medidas adecuadas para reducir las emisiones. Después de siete años de seguimiento y monitoreo, el equipo de investigadores internacionales que integra FACE vio con asombro que los robles habían aumentado su productividad , generando más cantidad de madera, bajo la presión de estos niveles elevados de CO2.
Los robles añosos produjeron casi un 10% más de madera, reteniendo el dióxido de carbono durante años y evitando que se caliente más la atmósfera. Los científicos observaron que los árboles, al retener grandes cantidades de dióxido de carbono, lo utilizaron estratégicamente de diferentes maneras como por ejemplo, para producir nuevas hojas, raíces o biomasa leñosa.
Mayor capacidad de almacenamiento de CO2
Las raíces y hojas nuevas se consideran depósitos de CO2 a corto plazo, ya que pueden desprenderse o morir con bastante frecuencia, pudiendo liberar nuevamente el gas nocivo a la atmósfera. Pero los científicos descubrieron además, que la mayor parte del dióxido de carbono se convirtió en formas que permiten ser almacenadas durante largas décadas.El profesor MacKenzie le dijo a Greenpeace que era importante que el equipo comprendiera de modo cabal cómo se comportan los árboles más viejos frente a una situación extrema como la que propuso el experimento, ya que estos constituyen la mayor parte de la cubierta arbórea que tenemos en el planeta.
El experimento se ha extendido hasta 2031 para que los científicos puedan seguir monitoreando y estudiando al bosque de robles y ver si, efectivamente, este comportamiento se mantiene en el tiempo. Richard Norby, de la Universidad de Tennessee y uno de los coautores del estudio, explicó : “Es crucial e imperioso que el experimento FACE continúe por más tiempo dado que debemos observar si las respuestas son variables y qué tipo de cambios acontecen . Un registro y estudio a más largo plazo, podrá aumentar nuestra confianza en los resultados”.
También, los investigadores esperan observar el impacto que tienen los elevados niveles de CO2 en la vida útil de los árboles y los impactos en la biodiversidad que está estrechamente ligada a ellos como son los diferentes tipos de insectos.