
Greenpeace comparte hoy la visión de una experta en el campo de la psicología del comportamiento, la investigadora y psicóloga alemana Elke Weber, quien se ha enfocado en el estudio acerca de cómo afectan los comportamientos colectivos e individuales en los resultados reales de las políticas ambientales y cómo puede darse una implicación exitosa de la sociedad.
“El estado del medio ambiente, nos demos cuenta o no, afecta a todas las personas que viven en el planeta en su día a día. Son asuntos tan concretos y simples que pueden hasta minimizarse pero con ello no los enfrentamos de la manera adecuada”, sostiene la psicóloga Elke Weber. “La calidad del agua que bebemos, el aire que respiramos o los alimentos que consumimos determinan nuestra salud integral y nos suman o restan calidad de vida y tiempo para el disfrute de lo bueno en esta Tierra por ello es vital hacer hoy día, una reflexión más profunda al respecto” enfatiza la psicóloga.
Para la experta, si bien las personas somos conscientes de que no es saludable pasear entre una bocanada de humo de automóviles, al mismo tiempo, el medio ambiente suele ser percibido como un bien general, un tanto difuso cuya custodia y salvaguarda no apela fácilmente a la implicación personal rápida y directa . De este modo, pese a la urgente necesidad de atender al buen cuidado de la naturaleza, no hay una reacción social conjunta que se alce fuerte y poderosa ante ello. Si, suele darse este accionar a través de grupos como las ONG que operan en una cierta área social de influencia y logran llegar a grandes metas pero siempre caminando por iniciativa propia.
Los trabajos de Weber han incidido para la confirmación de esta paradoja conductual y han mostrado de forma fehaciente y científica cómo los seres humanos actuamos de forma individual y colectiva, al tomar decisiones que se apoyan en valoraciones de riesgos futuros y de beneficios inmediatos. Una balanza compleja que implica ponderar o equilibrar los retornos individuales y las ganancias a nivel colectivo; añadiendo a esta ecuación, además, el factor tiempo: sus plazos cortos, medios y largos para calcular el rédito de la inversión en el cuidado del medio ambiente.
Estudios transversales sobre cambio climático
Weber fue la primera psicóloga del mundo en incorporarse al panel de expertos e investigadores de la ONU sobre el clima. Hasta entonces la Psicología no estaba entre las disciplinas representadas en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC según sus siglas en inglés) . Pero, para la Dra Weber, para afrontar de modo exitoso el desafío que plantea a la humanidad el cambio climático se necesitan respuestas desde muchas áreas clave como la ingeniería, la economía y muchos más campos. Y todo ello, de la mano de la acción política y la responsabilidad ciudadana.
Desde su posición como miembro en el IPCC, también ha resaltado su postura: “Creo que el gran avance logrado en las últimas dos décadas ha sido en el campo de la economía del comportamiento que nos ha permitido comprender que no todas las decisiones que se toman, incluso por parte de los políticos, son racionales”.
Por esta razón, es necesario que se desarrollen programas a nivel escolar y comunitario de concienciación ambiental, donde entre otras estrategias , además de la información y educación, se fomenten las actividades que impliquen un contacto estrecho de los niños con el medio ambiente y la naturaleza. Esto no solo los hará crecer más fuertes y sanos, sino que también hará que sientan amor por los entornos naturales y que se involucren más fácilmente en su cuidado en la edad adulta
Las tres ideas clave del pensamiento de Weber en relación al cambio climático
La primera idea desarrollada por la psicóloga es que el cambio climático no suscita tanto miedo o temor como otros fenómenos extremos más concretos, tal como los huracanes o los incendios forestales. Por esta razón , el cambio climático no despierta una respuesta a la acción tan inmediata como un desastre natural, que es evidente e impacta con más crudeza en nuestras vidas si además, este ocurre en un área cercana a la que desarrollamos nuestra vida cotidiana.
La segunda idea de Weber tiene relación con la esfera emocional: en su opinión, el relato pesimista de que ya se ha superado el punto de no retorno en lo relativo a la acción climática no ayuda y es contraproducente. La autora sostiene que las convocatorias a la acción responden mucho mejor a las emociones positivas. “Por ejemplo, en lugar de hacer sentir culpable a las personas por ser parte del problema, se debe buscar motivarlas para que sean parte de la solución y se sientan orgullosas de ello”, sostuvo con énfasis.
El tercer argumento de la experta tiene que ver con la importancia de la cercanía y la experiencia personal. En sus años de carrera e investigación, pudo ver cómo los impactos de los desastres naturales, tal como un huracán, si acontecen cerca de nuestros hogares, motiva a muchas personas a la cooperación, al compromiso comunitario y a una involucración directa, ya que se convierte en una enseñanza muy poderosa: la que pone en evidencia que todos estamos en la misma vereda de la vida y que no estamos exentos de que nos ocurran este tipo de catástrofes ambientales en un futuro cercano. Por ello, las personas nos podemos abocar con ahínco a lo que sí podemos cambiar dentro de este estado de deterioro, que es a prevenir desastres y a mitigar los efectos nocivos con prácticas concretas, comenzando desde el hogar” cerró Weber.