
Greenpeace presenta la labor que llevan adelante ONG ambientales en Colombia para poner freno a la deforestación y luchar contra el cambio climático. Una tarea esperanzadora que realizan Fondo Verde y la FAO (Agencia de la ONU contra el hambre) y que sientan las bases y las semillas de un nuevo cambio en pos de la salud climática global y de un futuro con alimentos.
“¿Qué deseo hoy, que el río en su recorrido, se lleve de una vez y para siempre? La deforestación”, afirma sin dudar Sandra Donado. Su voz es fuerte y decidida y compite con el furor que levanta en el aire la tormenta repentina que azota con bravura su pequeña canoa, mientras flota río abajo por el el curso del Guaviare, el bioma Amazónico colombiano.
Este intenso curso de agua, es testigo silencioso de la turbulenta historia que guarda el municipio de Mapiripán, que lo ha visto todo: la deforestación y el tráfico de fauna silvestre. Días aciagos, de carácter sombrío que signaron a fuego la vida de los lugareños que presenciaron ante sus ojos la implacable disminución de la selva a la hoy luchan por reconstruir. Ahora, Sandra espera que el río se lleve el recuerdo de aquellos días difíciles y traiga una nueva etapa de avance y recuperación para el bosque y las familias de las comunidades.
Mapiripán,es un enclave colombiano que ha estado atrapado largo tiempo en un ciclo de degradación ambiental, que se vió agravado por el progresivo avance del cambio climático. Décadas atrás,la zona era famosa por el comercio ilegal de pieles de animales silvestres luego la selva, testigo mudo, fue arrasada por la tala sin contemplación.
La ilusión de bonanza que trajo la deforestación
“En la época en que se trajo ganado, teníamos que deforestar entre 15 o 20 hectáreas para tener lugar y sembrar pastos para el ganado. Esto lo hicimos los lugareños con nuestras propias manos. Fue una estrategia de sobrevivencia, nunca quisimos destruir la biodiversidad”, explica Sandra.
La situación se deterioró de forma aguda cuando llegaron empresas a deforestar a gran escala y,sin ningún apego a la tierra, ni respeto por la biodiversidad deforestaron a una escala aún mayor. “Así se fueron con 700, 1000 hectáreas en un tris”, relata Sandra con gran enojo por lo vivido en aquellos tiempos. Las consecuencias graves de esta devastación a escala masiva no tardaron mucho en manifestarse en el entorno. “Fue entonces cuando comenzamos sentir el azote del calor, a notar con fuerza el impacto del cambio en el clima que la pérdida del bosque había ocasionado”, detalla
Sandra y su familia, como muchos otros colombianos, anhelan un futuro para sus hijos donde la prosperidad vaya de la mano del cuidado de sus bosques. Este gran anhelo, que orienta como faro su acción, se ha convertido en la actualidad, también en una meta a nivel nacional, y ha impulsado a Colombia a lograr avances significativos en la ardua lucha contra la deforestación.
Salvando con entusiasmo, la biodiversidad en Mapiripán
La comunidad de Sandra ahora ha aprendido sobre la agroforestería de la mano de la ONG Fondo Verde. Esta es una práctica sostenible que implica un uso de la tierra que combina con equilibrio la agricultura y la silvicultura ( cultivo de montes y bosques) . A través de frecuentes visitas educativas, la comunidad de Maripirán ha presenciado de primera mano cómo se debe proceder para revitalizar los suelos con fertilizantes orgánicos para más tarde, cultivar sus propios alimentos.
“Llevando adelante este proyecto”, explica Sandra Vanegas,quien en la actualidad se desempeña como técnica de mercados de la FAO, “estamos avanzando con fuerza y asegurando la conservación de los bosques en este lugar, enclave de una biodiversidad única, mientras las familias locales generan una fuente de ingresos y recursos a través de numerosos proyectos asociativos. En la actualidad, estamos abocados a promover huertos agroforestales donde los lugareños puedan sembrar, cosechar y producir alimentos para su propio consumo y al mismo tiempo, se enseña a conservar las semillas y las plantas endémicas”.
“La visión a futuro que tenemos con esta iniciativa de proteger la selva, sus especies y la biodiversidad”, dice Sandra, “es asegurarnos que el todo el potencial que guarda nuestro medio ambiente, sea protegido y restaurado por nosotros mismos, los que vivimos aquí, en este bello y biodiverso enclave de territorio colombiano. Un privilegio que no está asegurado y por el que debemos aprender a luchar y a amar, dado que de él obtenemos todo, nuestro alimento y medios de vida “. cerró Sandra, a modo de resumen de la iniciativa de la FAO y la ONG Fondos Verdes.