
Greenpeace busca ser un faro de esperanza y formar conciencia en América Latina, un continente donde el cambio climático impactará con más fuerza y ya hace sentir su coletazo de fuego en áreas puntuales del mapa como en Nicaragua. Allí, las comunidades locales, con la ayuda de ONGs ambientales se preparan para dar pelea a un futuro desafiante
Nicaragua, es un país dotado de una riqueza en cuanto a su biodiversidad, tan única como exuberante. Es la tierra de la espesura donde habita el ocelote (puma americano), el armadillo, diversas clases de monos, aves silvestres y tigrillos, por mencionar solo algunas de sus riquezas naturales más asombrosas . Sin embargo, hoy, es una de las regiones más duramente afectadas por el cambio climático . Un flagelo que sin piedad azota su tesoro más preciado, (posee el 7% del total de biodiversidad del planeta), sus maravillosas especies de flora y fauna que han sido puestas en jaque.
Nicaragua es una tierra que sufre. Su suelo y bosques, cada vez más resecos, se han vuelto inflamables y los incendios agrícolas y forestales son noticia permanente: se encienden sin tregua, aquí y allá amenazando a cada palmo la vida. Por la escasez de agua se suspenden nuevas siembras y las plantaciones jóvenes de árboles no pueden subsistir. Pero hay una zona de Nicaragua donde el cambio climático se deja sentir con más fuerza, y como un aguijón muerde la vida cotidiana de la gente: el Corredor Seco nicaragüense.
Allí, los habitantes de los diferentes municipios que comprende, tal como Jinotega, San Lucas, Matagalpa, Yalaguina y Las Sabanas, antes de migrar han decidido con la ayuda adecuada darse a la tarea de enfrentar el flagelo, ser resilientes y prepararse lo mejor posible a los tiempos por venir. Aquí, en esta porción de América Latina, las sequías se intensifican y son cada vez más agudas, y sin piedad ponen en riesgo todo lo que esta gente tiene: sus medios de vida , sueños a futuro y su derecho a una vida digna.
Enfrentar con decisión los tiempos difíciles
Ser resilientes es una forma de enfrentar el mundo y es parte de la vida cotidiana en el Corredor Seco Nicaragüense. La pobreza y la falta de oportunidades están a la orden del día y los lugareños deben ahora enfrentar también, la crudeza de algo que ven como injusto. Siendo los municipios más pobres entre los sectores pobres de todo el territorio nicaragüense, no poseen los recursos económicos, ni las capacidades y habilidades técnicas necesarias para combatir el cambio climático pero hoy, cuentan con el apoyo de ONGAWA, una ONG dedicada a soluciones de ingeniería ambiental que ya está trabajando con sus equipos en la zona.
En el territorio donde la ONG ONGAWA despliega con entusiasmo su labor, viven 25.000 personas. Allí, se trabaja de sol a sol para identificar los riesgos climáticos que se deben enfrentar en el día a día y en el corto plazo, en la mejora de las capacidades de cada comunidad para adaptar -poco a poco- sus prácticas productivas y en asegurar que la sostenibilidad de los ecosistemas sea mantenida.
Para los expertos de ONGAWA, el agua es el pilar sobre el que descansa un proceso exitoso de adaptación o resiliencia para los lugareños. La escasez hídrica en toda la región hace que sea imperiosa la necesidad de la buena gestión para la adecuada protección del ciclo del agua . Durante 2024 el equipo de ingenieros hídricos se ha enfocado en la rehabilitación de los sistemas de abastecimiento para 7000 personas en 4 comunidades, y en 7 escuelas a las que asisten 1.700 niños y niñas.
Los pilares de una gesta heróica
Ser resilientes es sinónimo de lucha frente a los embates del cambio climático, algo que cuesta esfuerzo , tiempo y recursos. Cada uno de los cambios implementados en las comunidades del Corredor Seco , sólo podrán ser sostenidos en el tiempo si las estrategias de cohesión y fortalecimiento en la gestión del agua se mantienen. Y, más allá de poder contar con nuevas infraestructuras, adecuadas y mucho más fuertes, estos son los pilares sobre los que descansa el trabajo de ONGAWA, en la actualidad.
El programa de resiliencia hídrica es un ejemplo a seguir y a replicar en el mundo allí donde haga falta. Una iniciativa que se inició en los albores del 2023 y cuenta con el respaldo de numerosas ONGs ambientales. Su desarrollo y ejecución se prevén activos hasta 2027. Sin embargo, la ayuda económica es clave para seguir adelante y alcanzar con celeridad, cada uno de los cambios que se buscan cumplimentar. La adaptación climática es hoy una puerta a la esperanza para las personas con menos recursos y más empobrecidas del planeta. Esas que menos han contribuido con la situación pero las que siempre sufren sus consecuencias más adversas.