Cuidar el planeta invita a pensar nuevos modos de estar en el mundo y con ello,nuestros consumos. La moda ecológica reivindica la necesidad de poder vestirse y consumir ropa como parte de un intercambio más justo entre las partes involucradas en la producción y los consumidores de los beneficios que aporta este tipo de moda.Hoy nos adentramos a descubrir este camino con Greenpeace de la mano de los protagonistas.
Los nuevos empresarios del mundo textil con conciencia ecológica y social, llevan en alto la bandera de una nueva tendencia en el campo de la moda conocida como “Slow Fashion”.
Estos empresarios poseen una visión diferente de la moda y del mundo que se refleja de modo transitivo, en sus prendas. Adriana M, dueña de un emprendimiento textil ecológico lo explica así : “Mi gran inspiración fue siempre la observación de la naturaleza, ella fue mi gran maestra” cuenta, mientras sostiene en sus manos un capullo de lana . “Crecí entre ovejas, viendo cada uno de sus procesos, admirando las fibras naturales de la lana, su procesamiento y la gran riqueza cultural que encierra este trabajo”.
Adriana hace una pausa al evocar los momentos de su niñez y adolescencia que le iban revelando de a poco, la dura realidad detrás del trabajo rural patagónico. “A medida que crecía pude ver cómo estas fibras que son de una altísima calidad, que además implican un trabajo impresionante, eran y, en muchas partes aún hoy, son comercializadas en bruto sin que mediara ningún tipo de proceso local capaz de generar un valor agregado a esta maravilla que es la lana en bruto.” explica . “Pude comprender también, luego que se despertara en mí el interés el por las ciencias económicas, la ausencia de estrategias efectivas para fomentar el despliegue de las pymes y cooperativas, como así también, la carencia de herramientas de tecnología, de logística y operacionales necesarias para conseguir un buen producto”
Una apuesta al impulso del trabajo regional
Como le ocurrió a Adriana, la apuesta por la “Slow Fashion o moda ecológica” nació por el sano impulso de valorizar los procesos productivos en armonía con el medio ambiente, y por la preocupación genuina por las condiciones de trabajo de muchas comunidades locales, por lo general rurales, en donde existe mucha necesidad de trabajo”.
Por ello, afirma Adriana, cuando uno consume una prenda del circuito “Slow Fashion” o con certificado de Comercio Justo, está sosteniendo a la vez el trabajo de un artesano o una comunidad artesanal local, cuya labor es valorada y su trabajo remunerado de acuerdo al valor real que esa prenda lleva en sí,que tiene más relación un valor “simbólico” que está dado por la tradición. Un mundo de sentidos que los artesanos reflejan puntada tras puntada en diseños con patrones ancestrales y únicos de su lugar en el mundo ,su cultura.
Greenpeace alienta a formar a un nuevo consumidor de moda : es decir a personas se vuelvan responsables de sus compras, que definan sus prioridades y valores en cada aspecto de su vida y que, al momento de comprar ropa , definan con su compra su estilo y forma particular de estar en el mundo. Por ello, si una persona adquiere una prenda de moda sostenible, podrá comprobar que están fabricadas con unos estándares de calidad superiores y, además, son únicas y exclusivas por sus diseños que salen del circuito del mercado local e internacional.
¿Por ello,qué más podemos querer a la hora de elegir una prenda? Aquí obtenemos todo ello y más: calidad, materiales ecológicos, trabajo con valor y diseños originales vinculados con la tierra. Una forma nueva de enamorarnos de nuestras prendas y del acto en sí vestirnos, que puede convertirse en un ritual, en una forma personal de honrar y cuidar la Tierra con lo que vestimos.
El valor de lo ancestral
Los empresarios de la moda sostenible apuntan a lograr un cambio sistémico en la industria textil y en el campo de la moda para transformarlas en una fuerza potente para el bien del planeta y el bienestar de todos. Creen de modo firme y fehaciente que esto puede lograrse potenciando y promoviendo la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible como una herramienta clave para construir un futuro inclusivo, equitativo y sostenible.
Adriana M. apunta como economista, su visión particular acerca de algunos elementos esenciales a tener en cuenta a la hora de lanzarse a la aventura del negocio de la moda ecológica . Estos puntos son:
* La tecnología como un factor crucial que sume a artesanos y pequeñas empresas que a menudo están marginados de la economía global, validando su sabiduría ancestral.
* El uso de técnicas apropiadas y sostenibles con un esquema de circularidad, la co-creación siempre de la mano de los artesanos locales.
* La financiación directa para reducir la brecha financiera tan marcada en la sociedad actual. La trazabilidad de cada elemento de la cadena productiva y transparencia financiera mediante el uso del sistema contable blockchain.
* El desarrollo de habilidades y capacidades propias en cada comunidad laboral; la educación constante; la investigación sobre temas puntuales como alimentos, agua y residuos; e incluso la narración de historias locales como otro aspecto de la venta del producto.
Todo esto resulta en un combo atractivo, diferencial y que apuesta crear una nueva realidad en el mundo de la moda. Solo falta que estas propuestas se difundan y los potenciales clientes se acerquen a su negocio de moda ecológica y “slow” más cercano para comenzar así, una aventura personal , única y de sentido profundo con el universo de la moda.