
Marciana Panameño, es una de las líderes de la Asociación de Mujeres Piangueras del Río Naya, al sur de la ciudad marítima de Buenaventura, en Colombia. Gracias a su trabajo denodado la piangua, un molusco clave de las cocinas colombianas se está recuperando poco a poco.
Marciana es lo que parece: una mujer fuerte, enérgica y decidida que vive sus días en la ciudad portuaria de Buenaventura. De mediana edad , piel de ébano y sonrisa inmaculada, reparte sus días en el cuidado de su casa y los suyos, y también, en la recuperación de un ingrediente clave de las cocinas colombianas: la piangua .
La piangua es un molusco delicioso, protagonista indiscutido de las preparaciones más icónicas de la cocina del Pacífico, donde se consume en platos típicos como el ceviche, arroces y distintas variedades de sopas . Además de ser buscado por su sabor inigualable, este molusco posee un gran valor nutricional dado que es rico en hierro,minerales esenciales y hierro.
“Se está acabando la pinagua, no sé qué está pasando, será por castigo del cielo , o el mal manejo la gente le estamos dando”, cantan a coro como las estrofas de una canción -o lamento- un grupo de mujeres que viven en las comunidades próximas al río Naya, al sur de Buenaventura. Su pobreza, contrasta con la opulencia de la ciudad que posee el puerto marítimo más grande de Colombia en esa franja costera y un bullicioso centro de actividad comercial naviera. El río Naya que atraviesa la ciudad, es alimento y es fuente de vida y desarrollo para todos pero la contaminación creciente de sus aguas ha afectado la vida de los ecosistemas de río y más próximos.
Un molusco delicioso que parecía inagotable
Tradicionalmente, las mujeres afrodescendientes, como Marciana Panameño, se dedican a la cosecha de pinagua para la venta en el mercado local. Si bien, los precios son muy modestos, este molusco es su principal fuente de ingresos. En la bulliciosa capital, Bogotá, uno de los polos gastronómicos más destacados Latinoamérica y en otras grandes ciudades, se considera un manjar.
Pero lo cierto, es que Marciana Panameño y sus compañeras “piangueras” notaron una reducción drástica de hasta el 50% de estos preciados moluscos. “Entonces se pensó que lo mejor era buscar ayuda experta, ver de qué manera podíamos contribuir al resurgimiento del molusco. Entonces, los conservacionistas nos indicaron hacer veda, frenar la recolección , como se hace con el pescado. Así, se le da tiempo para reproducirse y luego hay más disponible. Por lo general se dan dos meses de veda”, cuenta Marciana, líder de la Asociación de mujeres Piangueras del Río Naya, que nació en el año 2007 para frenar la creciente degradación de los manglares.
Durante el tiempo de las vedas, las participantes de la Asociación de Mujeres recibieron charlas de capacitación en gestión sostenible de los recursos naturales, dictado por la autoridad ambiental regional de Buenaventura así como también, recibieron la ayuda de la ONU, a través de su Programa de Pequeñas Donaciones. Este programa fue pensado para alentar y sostener los tiempos de búsqueda de nuevas oportunidades laborales para mujeres en situación vulnerable, y además para no sobreexplotar el ecosistema.
Una comunidad de mujeres solidarias y unidas
“Nuestra iniciativa está enfocada en el cuidado de las pianguas y el manglar . Desde hace 8 años, estamos trabajando con ahínco y esfuerzo sostenido en la recuperación del ecosistema que es para muchas de nosotras, la fuente principal de sustento. Desde hace mucho tiempo, recolectamos moluscos y hacemos los descansos de las vedas y continuamos con la siembra de mangle. Las mujeres piangueras nos hemos organizado en cinco comunidades de trabajo y nos vamos turnando y cubriendo, somos una hermandad ya que todas dependemos de la pinagua” cuenta Elfrida Celorio una lugareña y miembro de la Asociación. “Antes de arrancar con este proyecto de salvataje, estábamos como colegialas, peleando entre nosotras. Ahora, ya estamos unidas y mucho más confiadas de nuestras propias capacidades y, lo más importante, nos apoyamos mutuamente”.
Con ayuda vital del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, llamado Programa de Pequeñas Donaciones, estas mujeres piangueras han podido desarrollar actividades alternativas de producción sostenible para generar ingresos durante el tiempo de cierre de cosecha de moluscos y así, poder fortalecer sus propias capacidades intelectuales y organizativas. Hoy son otras, más independientes, felices y seguras. Y además, una pieza clave para mantener con vida a un molusco clave para todas las cocinas colombianas: la pingua.