El cambio climático está impactando con fuerza a uno de los recursos naturales más importantes de América del Norte, el caudaloso río Bravo. Una tarea titánica que incluye un programa de acción coordinado en puntos estratégicos que harán posible la resiliencia de esta fuente imprescindible para la vida de las personas y los ecosistemas .
El río Grande, conocido en territorio mexicano como río Bravo,es el cuarto río más extenso de América del Norte. Su recorrido serpentea a lo largo de 3,034 km desde el sur de Colorado, EEUU, hasta su desembocadura ubicada en la costa del Golfo de México. Este maravilloso recurso natural es fuente de vida para unas 16 millones de personas y el hábitat natural de miles de especies silvestres.
Sin embargo, los expertos afirman que este río presenta indicios de estar secándose a consecuencia del cambio climático y de las acciones de riego vinculadas con las prácticas agrícolas. Afortunadamente, reconocidas ONG ambientales, están trabajando a fondo y muy duramente para restaurar el flujo o la cantidad de agua que fluye en el río a lo largo de las diferentes estaciones. Una acción urgente para disminuir el impacto de esta situación en las comunidades que encuentran en el río su principal fuente de sustento y a la naturaleza.
La ciencia muestra el rumbo a seguir para restaurar un recurso clave
Los expertos están evaluando , al presente, el volumen del caudal que es necesario mantener para conservar un río sano. Por otro lado, se está prestando ayuda con equipos locales de voluntarios, a las comunidades agrícolas , para que poco a poco, puedan ir incorporando esa información en la gestión de sus actividades y a las políticas hídricas que están vigentes y que se deben modificar a lo largo de toda la cuenca.
Los modelos científicos que prevén los efectos futuros del cambio climático estiman una mayor pérdida de agua en los tiempos venideros, lo que en el mediano plazo, tendrá como consecuencia un mayor estrés hídrico. En este sentido, las diversas ONG y sus socios de conservación , publicaron el primer Informe de Salud vinculado a la Cuenca Superior del Río Grande, con el objetivo de contribuir y facilitar los procesos y los planes diseñados para la adaptación.
Proyecto para recuperar las poblaciones de Castores del Río Bravo
Las represas que construyen las colonias de castores pueden filtrar los sedimentos y contaminantes y también, desacelerar la liberación del agua favoreciendo su acumulación en estanques y su absorción y filtración al suelo. Pero, ha ocurrido que en la zona que conforma la cuenca alta del río Grande , durante décadas , se ha degradado el hábitat y capturado a los castores diezmando a sus poblaciones locales. Por ello, Greenpeace está apoyando las acciones tendientes a la revitalización de estos hábitats ribereños y hacer posible un aumento de la población de este mamífero considerado como el gran ingeniero ambiental, replicando los beneficios creados por ellos.
Acciones para remover la vegetación no nativa
A lo largo del curso del río Bravo abunda la vegetación foránea, un surtido de plantas invasoras que han florecido a la vera de su cauce. Entre ellas, se encuentra el pino salado, un ejemplar que absorbe cientos de litros de agua por día. Hoy, se está trabajando para eliminar a estos árboles y estudiando la posibilidad de reemplazar la vegetación invasora con diversas especies de plantas nativas con el objetivo de disminuir el consumo de agua a lo largo del cauce del río en todo Nuevo México.
Restablecer las aguas subterráneas
Las fuertes sequías y la creciente demanda de agua ejercen una presión cada vez más intensa sobre el río Conchos, uno de los afluentes más importantes del río Bravo dentro del territorio mexicano. El río Conchos, con sus aguas caudalosas, irriga zonas vitales donde florecen los desarrollos agrícolas y abastece de agua dulce a miles de personas. Por ello, el programa de restauración del río Bravo ha construído una serie de cuatro represas de filtración con el fin de recargar los acuíferos y propiciar la mejora de la disponibilidad del agua subterránea.
Desarrollo de una agricultura resiliente
Alrededor del 80% del uso del agua del río Bravo es destinado a los desarrollos agrícolas, cultivos que necesitan gran cantidad de agua. Entre ellos, se encuentran la nuez, el algodón y la alfalfa. Por ello, las acciones de las ONG ambientales se han centrado también en la ayuda a los grupos de agricultores del distrito mexicano de Delicias, donde se instalaron sistemas de riego mucho más eficientes para reducir el desperdicio de agua.