
Greenpeace celebra que el lince ibérico ya no figura en la lista de especies en peligro de extinción, de hecho se encuentra en franca recuperación gracias al conjunto de medidas que se han adoptado para su conservación y a la genómica.
Las noticias alentadoras que llenan de alegría, esperanza y optimismo a los que hacemos nuestro mayor esfuerzo en pos de la conservación de las especies, son muchas veces, un pequeño granito de arena en el mar convulso y preocupante de las amenazas que se ciernen en torna a la biodiversidad del planeta. Pero, lo cierto es que cuando ocurren, hacen la diferencia y motivan para seguir el camino.
Por ello, Greenpeace se enorgullece hoy de anunciar al mundo una noticia alentadora para la biodiversidad del planeta: el lince ibérico ha pasado de ser una especie en peligro de extinción a ser una especie vulnerable, un margen abismal que le abre una certera chance de futuro a la especie. Esta reclasificación realizada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), indica que este felino, que estuvo al borde de apagar su luz, ha superado al menos, la más preocupante de las tres categorías que evalúan el grado de amenaza de una especie.
Según se indica en el reciente informe “Evolución y recuperación del lince ibérico ( o Lynx pardinus) en España y Portugal: un ejemplo de éxito en materia de conservación” , se resalta que la población actual de linces ibéricos alcanza los 2.000 ejemplares. Un verdadero hito si se tiene en cuenta que apenas hace dos décadas no superaban los 94 ejemplares. Un logro, fruto de un esfuerzo sostenido y de la colaboración de diversas instituciones y comunidades locales para llevar adelante prácticas de conservación que incluyen programas de cría en cautiverio con posterior reintroducción en su hábitat natural.
Dos décadas de éxito para la conservación del lince ibérico
El peor momento que le tocó transitar al lince ibérico fue el año 2002. En aquellos días, a consecuencia de la caza —que en ese momento estaba habilitada ,hoy ya furtiva—,más la creciente pérdida de su hábitat natural, la poca disponibilidad de alimento y las muertes por los atropellamientos frecuentes llevaron al lince ibérico al borde de la extinción. En el censo que se realizó aquel año, se estimaba su población en menos de 100 ejemplares y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza lo incorporó en la lista de las especies ‘en peligro crítico de extinción’. Dada la situación, la preocupación era extrema y el desafío en su conservación una última oportunidad que no podía fallar.
Desde entonces, gracias a un plan estratégico multifactorial e interdisciplinario que resultó exitoso, todos los censos hechos a posteriori, han reflejado una mejora constante en su estado de conservación. En 2015, el lince ibérico perdió su condición “crítica”y el último censo de 2022, mostró una población en máximos históricos, según indica el informe del Ministerio de Transición Ecológica publicado en 2023.
Este logro que constituye un hito en materia de conservación de especies y al momento, está siendo replicado en otras partes del planeta, es el resultado de arduos esfuerzos coordinados y sostenidos durante los últimos 20 años . La población actual de lince ibérico en todo el territorio español según plasman datos del último censo, ronda los 1407 ejemplares. De este número , 477 son cachorros, a los que se suman los 261 censados en la vecina Portugal. Las poblaciones que habitan territorio español se encuentran distribuidas en 15 núcleos , los más importantes son los de Sierra Morena, Valle del Guadiana y Montes de Toledo.
Una lucha que aún continúa
Aunque el lince ha podido recuperarse favorablemente, gracias a las medidas de conservación, su viabilidad sigue comprometida por factores de índole genética. Un estudio reciente de la Estación Biológica de Doñana, advierte que la diversidad genética presente no sería suficiente para la supervivencia de la especie. Los investigadores analizan la estrategia de aumentar el tamaño de las subpoblaciones y además crear otras nuevas, enfatizando en la importancia de las tasas de migración entre las subpoblaciones para evitar que se de un exceso de endogamia y asegurar con ello, la viabilidad genética a largo plazo.