Greenpeace junto con la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, en sus siglas en inglés) lanza su campaña para conseguir una pausa precautoria e impedir que se ponga en marcha la voraz y agresiva industria de la minería submarina. Hoy los océanos necesitan más que nunca el apoyo y el compromiso de toda la sociedad para su preservación.
El banco Saya de Malha en el Océano Índico es conocido por ser la mayor pradera oceánica existente y por poseer el sumidero de carbono más importante que anide en sustrato marino alguno. Esta rica biodiversidad acuática,como las de otras regiones, hoy corre peligro de sufrir daños irreparables por la amenaza de la minería submarina, actividad a la que Greenpeace ha decidido enfrentar para frenar su despegue efectivo .
Para detener este avance,Greenpeace ha lanzado una expedición con un equipo científico a bordo del buque Arctic Sunrise para relevar en profundidad la zona y estudiar y conocer más profundamente, la fauna y la diversidad que posee esta región de alta mar. Estos conocimientos serán un aporte fundamental para adecuar las estrategias de lucha , tomar las mejores decisiones y además, generar conciencia en la sociedad acerca de la importancia de preservar este ecosistema marino rico y diverso.
La minería causa estragos en los fondos marinos que son perforados para extraer metales y minerales, empleando en el procedimiento enormes máquinas con un peso mayor al de una ballena azul. Si bien, hoy se permite la exploración de los suelos marinos, afortunadamente, los permisos oficiales que dan luz verde a la explotación comercial de los fondos oceánicos aún no han sido otorgados. Esto moviliza y pone en acción urgente a todas las organizaciones ambientales del mundo para bregar por un freno definitivo de esta actividad que por tres razones fundamentales debería ser prohibida.
Razones fundamentales para prohibir la minería submarina
Razón 1: un daño irreparable a un aliado clave contra el cambio climático
Los fondos marinos cumplen un papel ambiental destacado e irremplazable. Funcionan como enormes almacenes de “carbono azul”, un carbono que es capturado por los organismos que viven en el océano y por los ecosistemas de las costas que se guarda naturalmente en los fondos marinos en forma de biomasa y de sedimentos. Por este motivo, los ecosistemas responsables del almacenamiento de carbono azul impactan de modo contundente y positivo a la hora de mitigar el cambio climático.
La minería submarina dado que emplea maquinarias que rompen los fondos marinos para su exploración, propiciaría la liberación del carbono almacenado en los sedimentos de aguas profundas, contribuyendo al aumento del carbono en la atmósfera.
Razón 2: Impacto en la cadena alimentaria de los ecosistemas del mar
El daño que la minería submarina inflige a las especies afectaría a toda la cadena alimentaria de los ecosistemas marinos. Este impacto negativo generaría una extinción en cadena de especies únicas que conforman el primer escalón de la cadena alimentaria .En esta línea, la pérdida de biodiversidad generará una cuantiosa disminución de pesca para las actividades comerciales de alta mar.
Proteger a las especies más longevas del mar es prioridad
Razón 3: Daños irreparables para la biodiversidad
En las profundidades del mar se encuentran ecosistemas que son verdaderos oasis para las especies que los habitan. Entre estas, se hallan las especies más longevas de la Tierra y por ello , las más vulnerables a las perturbaciones de sus ambientes. Muchas especies dependen únicamente de estos sustratos para subsistir, como es el caso de los corales y esponjas. Los científicos calculan que el daño causado a la vida silvestre por la actividad minera submarina “durará para siempre en lo que a tiempo de vida humana se refiere”.
Por otro lado, la actividad minera genera columnas de sedimentos que dañan de modo irremediable los hábitats marinos incluso a cientos de kilómetros de distancia. A esto se le agrega la contaminación lumínica y acústica de la actividad, que provoca trastornos en los mamíferos marinos como las ballenas y a especies que están adaptadas a vivir en profundidades a donde la luz llega en niveles muy bajos.
Greenpeace apoya a la comunidad científica que sostiene que aún quedan muchísimas especies por descubrir y sería lamentable perder la oportunidad de conservar las ya existentes y las que se descubrirán en el futuro. No hay mineral que pueda funcionar como excusa para destruir los ecosistemas que existen y los que todavía no conocemos.
Las compañías que emplean los materiales obtenidos de la minería submarina para producir baterías de autos y móviles, deberían procurar invertir en desarrollar nuevas tecnologías y en el reciclado de estos materiales, en vez de destruir los fondos marinos. Si bien, en la actualidad el conocimiento de las especies que habitan el mar es incompleto, se sabe lo fundamental , que son especies claves para fijar el carbono en el fondo del océano y, por tanto, para frenar el cambio climático que nos amenaza.