El buque insignia de Greenpeace pasó unos días anclado en la Dársena Norte del puerto de Buenos Aires. Allí, su capitán catalán nos recibió y contó acerca de sus características y bondades como barco. Sin dudas, recorrer este coloso, es una manera diferente de aprender a abrazar su lucha en pos de la conservación medioambiental
Pep Bardal es el nombre del capitán catalán que atracó el Rainbow Warrior en el puerto de Buenos Aires. Allí este buque , uno de los tres que componen la flota ‘guererra’de Greenpeace , abrió sus puertas al público. Una excelente oportunidad para que todos puedan conocer de primera mano, las acciones que lleva adelante la ONG y se sumen a sus iniciativas.
Mientras la tripulación estable ,unas 16 personas, se tomaba un merecido descanso de sus rutinas de a bordo en tierra firme, muchos de los que visitaron el Rainbow Warrior, de la mano de su capitán Pep Bardal, comenzaban a soñar con hacerse a la mar .
Bardal recibió a todos los visitantes porteños con una amplia sonrisa. A medida que fue desplegando su relato, hizo gala de sus buenas dotes de guía turístico improvisado y logró despertar el entusiasmo de los presentes.En su mayoría, gente jóven y familias con niños pequeños y adolescentes, que al divisar al buque en Dársena Norte, se acercaron de modo espontáneo para la visita.
El capitán contó en esta oportunidad, que el Rainbow Warrior, venía de realizar una fuerte campaña en el mar del sur argentino. Allí, en el fin del mundo, en el Estrecho de Magallanes, el Rainbow Warrior , realizó junto a la tripulación , una acción de fuerte protesta y visibilización. La misión consistió en poner en conocimiento público un hecho reciente y muy perjudicial, que ha sido la introducción del salmón en las aguas de aquellas zonas. El salmón es una especie exótica que hoy día se cría allí de forma industrial, en jaulas y con antibióticos; un hecho que genera -y denuncia Greenpeace-la muerte de especies. Además de con esta práctica, se contamina de modo indiscriminado el lecho marino.
El merecido descanso de un buque guerrero
Hoy, mientras el Rainbow Warrior descansa y recobra fuerzas para su próxima misión, el público puede conocer por dentro cómo se siente ser un verdadero protagonista del cuidado medioambiental. El capitán explica entonces de qué está hecho el buque y el porqué de su óptimo desempeño. El barco , que mide 58 metros de eslora , posee un velamen de última generación que le permite navegar las aguas con perfecta autonomía. Con la técnica adecuada , los marinos logran utilizar para el 80 % de la navegación, la fuerza de los vientos. Además, cuenta con lanchas de propulsión Zodiac que son los verdaderos protagonistas una vez que el Rainbow Warrior ha llegado a la zona del conflicto.
En los días tranquilos, dice el capitán, que el buque navega acompañado de mil aves guardianas que lo secundan en su marcha. Ellas son los petreles, chorlos, gaviotas cocineras y albatros que sobrevuelan alrededor de la nave mientras cruza los mares alrededor del mundo.El capitán Bardal cuenta que el Rainbow Warrior “Ha recorrido los siete océanos pero aún le quedan muchos sitios del globo por conocer”, y agregó que “Ya son tres campañas en las que he acompañado al barco en sus acciones y, en todas ellas la adrenalina corre fuerte como si fuera una catarata”
Greenpeace y el Rainbow Warrior son un ejemplo de fraternidad universal
El capitán agrega, en su amena explicación, que lo más lindo que se vive a bordo del barco es algo que no se puede explicar . Que es ‘algo especial’que se vive en la convivencia y en el día a día de una intensa rutina. Ciertamente, arriba del barco se dan fenómenos sociales complejos. En los viajes que duran 3 meses, logran convivir en perfecta armonía, personas de hasta 15 nacionalidades diferentes. La clave, según revela, es que a bordo, rigen los mismos valores que al interior de la ONG : el respeto por todos los seres vivos de la tierra.
“Aunque defender el planeta parece una causa perdida,nosotros llevamos mucho tiempo luchando contra lo imposible. Ya estamos acostumbrados a lograr cosas imposibles . También, seguimos soñando que haremos más cosas imposibles aún, lo cual es la parte más divertida de todo este asunto ”, dice el capitán divertido a modo de cierre de la visita.
Mientras nos despedimos, el Rainbow Warrior se mece tranquilo en las aguas de la dársena; se podría decir que sabe que lo están elogiando. Sin dudas que es así, pero también él, de seguro, se siente muy orgulloso de contar con un capitán de lujo como lo es el catalán Pep Bardal.