Todo se inició con un pequeño grupo de hombres que a bordo de un buque pusieron proa en una audaz misión. Su meta era impedir la realización de pruebas nucleares cerca de Alaska. En esta iniciativa, nacía la historia de Greenpeace, una de las principales ONG del mundo
Era el mes de septiembre de 1971. La historia ya estaba madura para comenzar a gestar una de las corrientes ecológicas más fuertes de todos los tiempos: la historia de Greenpeace. Una ONG que lucha sin tregua y de modo pacífico por la conservación del medioambiente.
A las olas de la guerra, que sacudían fuertes tormentas sociales de repudio, se le contrapusieron los fuertes vientos de la paz. “Don´t make a wave Committee” (“No provoques un maremoto”). Con este lema se hacía a la lucha un grupo de activistas antinucleares que en el buque Phillis Cormack, pusieron proa hasta Alaska . Allí desembarcaron y su gesta sembró las primeras semillas de cambio: luchar por el medioambiente desde la paz .
El grupo que llevó adelante esta primera iniciativa de protesta era diverso. Algunos eran canadienses y otros eran cuáqueros, que le escapaban al enrolamiento en el ejército para participar en Vietnam. Pero, a todos ellos los unía una misma pasión: querían enarbolar la paz como bandera. En sus corazones anhelaban que fuera una paz amplia, que abrazara a todo lo viviente. Que protegiera el aire, el agua, los mares y a todas las especies. En definitiva, que la paz tuviera un color nuevo, que fuera ‘VERDE’.
Los primeros hombres de Greenpeace
Así nació Greenpeace, abrazando la naturaleza, hace 52 años, un 15 de septiembre en un otoño frío de la América del Norte en 1971. La odisea verde se inició con doce militantes, un puñado de hombres audaces que partieron desde la ciudad de Vancouver, Canadá, con rumbo a Alaska. Así, con firme decisión, enfrentaron las aguas de la aventura ecológica más trascendente de todos los tiempos y que aún hoy día continúa en pie.
A bordo del Phyllis Cormack, se escucharon las primeras voces del movimiento ecológico que se replicaron con entusiasmo por los medios en esos álgidos días : “Queremos paz, y queremos que sea verde”. La voz de los tripulantes y militantes, que se elevó con decidida impronta de lucha, ya obtenía la primera conquista para el incipiente movimiento: la atención de la gente y de los medios de comunicación.
Los tripulantes zarparon así de Vancouver con destino a Amchitka, Alaska encontrando un eco en los escenarios de los tiempos. Amchitka, es una zona remota en la alta e inhóspita Alaska. Un lugar que, como tantos otros de las tierras heladas del norte, guarda una gran riqueza ecológica. Su suelo alberga importantes reservas de colonias de aves marinas cuyo valor para la conservación del ecosistema de la región es invaluable. Y, ante la amenaza de las pruebas nucleares se encontraba indefenso.
Amichtka, el primer enclave en la lucha de Greenpeace
En Amichtka los recién estrenados luchadores ambientales plantaron por primera vez la bandera de la paz. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, aquella primera expedición no logró su objetivo. La prueba nuclear no se pudo parar. Los Estados Unidos detonaron una bomba nuclear que, afortunadamente, no produjo ningún maremoto, como se temía. Siendo esa zona propensa para este cataclismo natural, el destino jugó a favor. La tierra no se conmovió a este extremo fatal.
Analizando los resultados de la expedición a Amchitka, a primera vista, fue un fracaso. Sin embargo, no rotundo. Dejó muchas enseñanzas clave para las próximas acciones del incipiente movimiento. Y entonces, contemplada como estrategia de campaña, sí resultó de un éxito extraordinario.
Durante la odisea, dos periodistas que viajaban a bordo del Phillys Cormack transmitieron por radio a sus redacciones, todos los pormenores del viaje. Muchos canadienses, motivados para frenar los ensayos nucleares realizados en la fronterade su país, vieron en Greenpeace un catalizador para su protesta. Por fin, alguien estaba haciendo algo activamente para frenar las pruebas atómicas.
La gente sale a la calle en apoyo a Greenpeace
La iniciativa de estos primero hombres despertó el deseo de lucha en miles de personas que se manifestaron bloqueando durante días las fronteras entre Canadá y los Estados Unidos. A raíz de ello,el gobierno norteamericano se vio forzado a anunciar que esa sería la última explosión nuclear que se llevaría a cabo en la zona. Y Amchitka es, afortunadamente desde entonces, una hermosa reserva ornitológica.
Más tarde, Greenpeace sumaría a su causa la defensa activa de la fauna marina como ser la lucha por el flagelo de la caza indiscriminada de ballenas y las matanzas de focas bebés. En la actualidad, la lucha se ha expandido y se ubica en amplias y fuertes iniciativas para combatir problemas ambientales complejos: el calentamiento global, la tala de los bosques y selvas, los alimentos transgénicos, los compuestos tóxicos presentes en suelo, aire y agua, entre los más relevantes.
La lucha de Greenpeace es una lucha que se inauguró hace 51 años y que hoy está vigente con el mismo entusiasmo y espíritu pacífico que en los primeros tiempos. Aquellos días memorables , cuando un puñado de hombres se hacían a la mar en el Phillys Cormack y, sin saberlo, estaban comenzando a cambiar la historia del planeta.